22 diciembre 2006

Menciones sí, premios otro día...



Este año el Coela no fue premiado con el Musi 2006 a la mejor (¿?) banda de rock de Rosario, que este año recayó merecidamente en Bulldog (felicitaciones muchachos!). Por como viene la mano, es cuestión de tiempo: el galardón podrá tocarle al Coela en los próximos 20 años. O no. ¿Cuál es la diferencia? Tampoco figuramos en los premios García 2006, lo cual es mucho más sensato. ¿Qué podrían premiar de nuestra escueta producción de este año? Esperamos el año que viene por lo menos merecernos una terna. No obstante, la entrega de los premios García fueron una hermosa fiesta que pudimos compartir con amigos de otras bandas a los que hacía tiempo no veíamos, en una hermosa noche al lado del río, con buenas bandas en vivo y dos participaciones exluyentes: Juan Pablo Mariño, un increíble bajista rosarino de no más de 20 años, y el Pupe Barberis (actualmente batero de Caburoblús) contando un irreproducible chiste de salón obligado por Juan de Cielo Razzo.Ojo, no por irnos con la panza llena nos teníamos que ir con las manos vacías: una bella estatuita como mención especial como para que la repisa tenga algo más que facturas y boletas por pagar. Muchas gracias Rogelio, Fernando, Mariano, Walter y toda la gente que laburó para que los músicos del rock de acá pasaran una buena noche.

Sí querés ver fotos y conocer quiénes fueron los chicos premiados podés entrar en RosarioRock.com. Lamentablemente, siempre hay idiotas que postean comentarios con olor a pedos sordos, pero también se los puede ignorar.

01 noviembre 2006

Ni la lluvia, ni el viento (Correa realmente Suena)

(crónica de Esteban Sisiani, del grupo organizador del festival)



A pesar de las advertencias del Weather Channel y del Servicio Meteorolólogico Nacional, el viento de la Patagonia se llevo todas las nubes a último momento. Un viento Revelde, acompañado de un raro pez llamado Coelacanto y dejaron ver en el cielo (y en el escenario) un Degradé de colores que quedará en la retina de toda la gente de la zona por unos años…. El pronóstico del tiempo se equivocó otra vez…
Si, señores… El 2º Festival Popular de Bandas "Correa Suena", organizado por el Centro Cultural "La Fábrica" se hizo… ¿Creías que se había suspendido? Bueno… Si es así te perdiste todo esto:
La banda que abrió el show fueron los locales Ness, que ensaya en la sala comunitaria del Centro Cultural "La Fábrica". 5 temas al hilo, donde se desplegaron con covers de Los Rodríguez, Andrés Calamaro y "No llorés por mí Argentina" de Serú Giran.
A media tarde y cuando la gente se empezaba a acercar subió al escenario La Viela, banda invitada de la localidad Salto Grande en su primera presentación en vivo.
Volvieron las bandas de Correa y les llegó el turno a Randax, cuando ya esta llegando la noche. Entre sus lista se destacaron "Yo, Caníbal", cover de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y "Paisano de Hurlingham" de Divididos
Continuaron desfilando las bandas locales y fue el turno de Contrabando, donde se mostraron con una muy buena versión eléctrica de "Pepe Lui" de Divididos, mas covers de Attaque 77 y "Perseguido" de Cielo Razzo.
Rondaban las 8 de la noche y subió al escenario la última banda de Correa, que le daría paso a las bandas invitadas de Rosario. "Doble Mecha" arrancó con "Ando Rodando" de Gustavo Santaolalla, siguieron con un tema propio: "Dónde estés" a la que le siguió un versión impresionante de "Génesis" de Vox Dei que dejó al público boquiabierto.
Doble Mecha continuó su set con "Plan B: anhelo de satisfacción" de Catupecu Machu. Luego sorprendieron con "Sin Fortuna", un hermoso blues de producción propia que se ganó los aplausos de las gente que ya estaba palpitando los shows de la bandas rosarinas. Llegó las despedida con "El Tren de las 16" de Pappo's Blues que hizo cantar a gran parte de la gente presente.
Ya con la noche sobre Correa y el escenario llegó la primera banda rosarina, "Degradé", subieron y desplegaron su arsenal de canciones que pasearon por sus tres discos: "Ratitas", "Agua" y "Arida". El público agradecido… Como no podía ser de otra manera los más aplaudidos fueron "Acuario" y la espectacular versión de "Los Dinosaurios".
Terminó el set de Degradé y saltaron al escenario los integrantes de "El Regreso de Coelacanto". Arrancaron con el disco "Seguí participando" y con el tema "El Sueño del utilero" y se ganaron al público… de entrada…
Siguieron con "Otro Gordo se fue" y "Chicos". Hicieron cantar a todo el público con "Te conozco de algún lau". Con "Bailen Giles" levantaron a la gente y las hicieron bailar hasta el final del show que se completó con "Tres tiros", "El Lado Claro"(?). Dedicaron "Padre de todos los sangüches" a los asadores que estaban cocinando los chorizos para hacer los choripanes.
Ya llegaba el final, pero todavía les quedaban temas… temazos… "Humillados frente a la hinchada" y "Di que sí" le dieron paso al, todavía inédito cover de Sumo, Crua-Chan. Un cierre espectacular con un tema espectacular que quedó en sonando en loa oídos de todos los que los escucharon esa noche.
Asi se le dio paso a la banda que iba a cerrar el 2º Festival Popular de Bandas "Correa Suena": Patagonia Revelde.
"Telarañas" abrió la puerta a una catarata de temas que dejaron a todos los presente con ganas de escuchar más. Siguieron con "EL Condor" y "Chacarera". El amor a primera vista de la gente con la banda se terminó de consolidar cuando sonó "1000 kilómetros".
Los coros dejaron prever que se venía "Caracas", con este tema quedo disipada toda duda, Patagonia Revelde se ganó a la gente de Correa y los de las localidades vecinas que estaban presentes.
El set continuó con "A Cada instante", "Canción Inútil" de Attaque 77, "Para bien o para mal" y "Patagonia Revelde".
La genial versión de "Sueño con serpientes" conquistó a los muchos amantes de Silvio Rodríguez que estaban en el festival. El penúltimo tema: "Como en casa", dio pié para el cierre con el tema que hoy esta rotando en todas la radios: "Mi Corazón", que levantó a toda la gente, hasta los que no se habían movido desde que llegaron.
Así fue el 2º Festival Popular de Bandas "Correa Suena". Más de 500 personas pasaron por el festival y se llevaron un recuerdo imborrable de un show y de bandas de muy buen nivel.
¿Te lo perdiste? No te preocupes… en 365 días hacemos otros... pero no aseguramos que este tan bueno como este…


Los destacados del "Correa Suena"

Piel de Gallina:
Los Dinosaurios por Degradé
Los inéditos (grabalos que no los hacen más):
Crua – Chan (Sumo) por El Regreso del Coelacanto y Canción Inútil (Attaque 77) por Patagonia Revelde.
El tema que levanto a todo el mundo:
Mi Corazón (Patagonia Revelde)
Lo "grosso":
Ninguna pelea
Las mejores Versiones:
Pepe Lui (Contrabando), Genesis (Doble Mecha).
Las gracias totales:
A todo el staff de "Patagonia Revelde"; de "El Regreso del Coelacanto" y "Degradé"; a Vicky de prensa de Patagonia por la difusión del festival; a Mario Luna de El Camote Records; a Doble Mecha, Contrabando, Randax y Ness de Correa; a La Viela de Salto Grande; a la gente; a los vecinos que nos bancaron hasta las 12 de la noche; a los comercios de Cañada de Gómez y Correa; a los medios de comunicación que nombraron o comentaron sobre el festival; a las personas que se acercaron a colaborar desinteresadamente con el Centro Cultural "La Fábrica"; a los cuerpos aguantar la presión y los nervios… a todos ellos y hasta los que le comentaron a algún amigo sobre el festival, muchas gracias.

Esteban Sisiani
Centro Cultural "La Fábrica"
Correa, Santa Fe


"Ciertos fuegos no se encienden frotando dos palillos"

Una hermosa noche sonó en Correa

(Crónica de El Polaco)


De repente parecíamos marcianos arriba del escenario ubicado en un cruce de calles en un pueblo que parecía fantasma, al menos de este lado de la vía. El festival transcurría asombrosamente bien, con ese gustito tan particular de las cosas hechas a pulmón, por amor al arte. Por ese amor que algún día nos llevó a tomar los instrumentos y tratar de hacer música, ese mismo amor que con los años parece flaquear a medida que uno va confundiendo mañas con profesionalismo.
Pero en el festival Correa Suena!, que hicieron unos chicos de esa localidad que está a unos 60 kilómetros de Rosario, no se podía pedir más. El sonido y las luces de El Camote que habían conseguido los pibes era óptimo, el escenario también. El marco de público era lo que se esperaba: mucha gente, un tanto tímida. Y la banda tenía la dosis de tranquilidad, miedo e incertidumbre justa para que el show termine saliendo digno de recordar por lo bueno.
Huevo recordaba, en la previa, mientras sonaban las bandas de Correa y cada tanto metían algunos covers que sonaban como en los discos, aquel extraño toque en una escuela de San Javier, cuando antes que nosotros tocaron unos pibes muy rockeros que hacían cumbia y otra banda de covers, que los shows con temas propios y desconocidos, como los nuestros, son difíciles de remar. Pero el aplauso que una hora después recibía Degrade daba la pauta de que la mayoría de la gente tenía los cuerpos quietos pero las orejas muy atentas. Y esa pauta implicaba que si se quedaban a ver nuestro show, que venía inmediatamente después, era porque les gustaba.
El escenario estaba ubicado en la bocacalle donde se cruza un bulevar y una calle que tiene paso a nivel. En una esquina estaba el tablado y en la otra el operador de sonido. Al lado del escenario estaba el Peludo operando monitores. Y en un semicírculo gigante se ubicaban unas 300 personas que dejaban un gran espacio en el medio. Muy grande como para soportar la tentación de hacer algo como para que se acercaran, quién sabe para qué, si se escuchaba bien en todos lados.
Antes de arrancar uno de los pibes que estaban en la organización nos presentó como “unos grosos que hacen una música increíble y que la tienen reclara o algo así”, esas frases que uno nunca parece dispuesto a refrendar, menos cuando está enchufando los instrumentos y seteando a las apuradas con todo sonando al mismo tiempo, y después repasando la afinación en el escenario porque al aire libre las cuerdas se tildan si uno las afinó en salón de la peña que quedaba a media cuadra. Además los grosos teníamos bastante minutos más todavía seteando los instrumentos. Y además teníamos que bajar del escenario para escuchar la arenga de Huevo. Arenga que en este caso no lo fue, porque Huevo dijo algo así como que a él no le interesa arengar sino alimentar el espíritu. En fin, de vuelta al escenario, había una frialdad que no daba ni para decir buenas noches. Entonces viene la primera demostración para todo el público de Correa de lo grosos que éramos en realidad: el Teto arranca con el Utilero y sopla la armónica. Pero no encuentra la nota. Antes de darse cuenta de que tenía las armónicas al revés –tiene que usar dos para tocar cinco notas porque una la tiene rota y no puede conseguir el repuesto desde hace un año-- siguió buscando la nota. Y no la encontró hasta que no dio vueltas las armónicas. Primer chiste, de la noche, atino a decir y pido aplausos, como en el show del encuentro de jóvenes en el que a Maxi no le sonaba el violín cuando ya el tema ya estaba haciendo saltar a la gentuza. Pero antes de pedir aplausos, aparece la nota y arranca el Utilero.


Es una noche muy linda y está todo bien. Nos viene bien tocar, sobre todo luego de algunas cosas que la semana anterior en Dixon nos habían dejado con gusto a poco. Aquel show había sido muy bueno en lo musical, incluso más allá de los errores, demasiado bueno. Pero algo nos había faltado y no sabíamos qué era ni adónde buscarlo. Tal vez teníamos las expectativas mal puestas, es decir, nada que ver con lo que tenemos ahora, donde las expectativas no molestan, casi ni existen.
En los shows suelen suceder cosas que impiden disfrutar el momento. Por ejemplo, cuando arranca el Utilero, me doy cuenta de que tengo un problema de monitoreo: me falta la guitarra de Huevo. Y mientras voy cantando, voy pensando: qué pasará cuando venga Te Conozco, por ejemplo, y no tenga referencia. Empiezo a pedirle al Peludo viola de Huevo en el monitor, mientras el Teto tira el segundo riff, y claro, cuando empieza El Gordo no tengo otra cosa que la viola de Huevo. Habrá que esperar el próximo hueco y empezar con las señas: primero busco con la mirada al Peludo, después señalo a Huevo con la cara, porque no puedo dejar de tocar, y cuando la mano derecha me lo permite señaló el monitor y hago una seña como para que lo baje. ¿Habrá entendido?, me pregunto, mientras canto. La viola baja, pero necesito menos. Ahora está todo bien y hago veinte veces la seña, como si no me lo hubiera entendido la primera vez.
Entonces ya se puede empezar con los “chistes”. No me acuerdo si el Teto dijo algo como para que la gente se acercara, sí recuerdo que ensayo una chanza con los 15 pibes que se habían arrimado al escenario y pido que formemos una figura geométrica para que desde el aire el dictador de Corea del Norte (es Kim Il Sung, creo, pero en ese momento no me acuerdo su nombre) “entienda que no queremos un conflicto nuclear”. Entonces suenan unos aplausos, como si hubiera dicho algo políticamente atinado o coherente con el contexto, cuando lo único que dije fue una boludez de ocasión para que nadie lo entendiera y yo pudiera sentirme más seguro para seguir cantando.
Entonces empiezan a verse caritas y gestos en algunas barritas, pibes que se acercan al escenario como si fuera toda una decisión. Como si la banda en ese momento fuera algo tan especial que no podían perdérselo, que los obligaba a salir de su rutina en la que, como nos habían dicho los organizadores, hacía muchos años que no había un escenario de rock tan grande en Correa.
Y de pronto estaba claro que sería un show muy especial, tanto arriba como abajo del escenario. Y de pronto hubo una apuesta cuando anunciamos que el próximo tema sería Bailen Giles: el grupo de “adeptos” se sienta masivamente en la calzada y hacen señas de que no piensan darse por aludidos. Eso no le importa mucho al Teto, que empieza sus automáticos y ridículos pasos de baile. No nos queda otra que bancarlo y bailamos, porque es lo que pide la canción, y a medida que avanza el tema empiezan a pararse algunos. Ya está claro que los giles estamos arriba del escenario y de pronto los chistes empiezan a ser reemplazados por recurrentes “gracias”. También ayuda el tablón de choris que juramos atacar ni bien nos bajemos. Y allá vamos, mientras el escenario ya es de Patagonia Revelde y, como no podía ser de otra manera, sigue la fiesta en Correa.
Muchas gracias chicos, nos vemos la próxima...


24 octubre 2006

La UMI intima al gobierno porteño

U.M.I. -- Unión de Musicos Independientes
www.umiargentina.com
011-4952-3654

Esta carta documento fue redactada por la U.M.I y enviada por Correo Argentino el martes 03/10/2006, y es el inicio de las acciones legales dirigidas al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (Gob.Bs.As.) y su nefasta actitud hacia los lugares donde se desarrolla música en vivo


"Ciudad autónoma de Buenos Aires, 03 de octubre de 2006
Sr. Jefe de Gobierno Jorge Telerman:

Me dirijo a Ud. en mi carácter de Presidente de la Unión de Músicos Independientes Asociación Civil que agrupa a más de 1500 solistas y conjuntos musicales, en virtud de la grave situación que padecemos, como músicos, ante la falta de espacios públicos y privados suficientes que se encuentren habilitados para realizar espectáculos de música en vivo y la actitud irrazonable de los organismos de control de no otorgar habilitaciones a aquellos espacios que reunen las condiciones requeridas, todo ello en perjuicio del libre ejercicio del derecho a trabajar que poseemos y que se encuentra amparado por el art. 14 de nuestra Constitución Nacional y por los tratados internacionales suscriptos por nuestro país (Declaración Universal de Derechos Humanos, Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, entre otros).
Atento la urgencia de lo expresado y el carácter alimentario de los ingresos surgidos del libre ejercicio del arte de la música en vivo, vengo por la presente a intimarlo para que en el plazo de diez días hábiles instrumente y ponga en funcionamiento las medidas necesarias a fin de garantizar el ejercicio del derecho constitucional indicado, haciendo reserva de iniciar las acciones judiciales pertinentes, incluyendo también las penales.

Sin otro particular, saludo a Ud atte.
Diego Boris Macciocco
Presidente de la U.M.I. (UNION DE MÚSICOS INDEPENDIENTES ASOCIACION CIVIL)
Personería Jurídica Nº 1.708.448/2002
Alsina Nº 2260 7º “B”, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Tel: 011 - 4952 - 3654.

La UMI convoca a todos los afectados por este tema ( músicos, actores, productores, dueños de teatros y pubs, etc.) al Encuentro a desarrollarse el MARTES 31 DE OCTUBRE en la puerta de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Av. de Mayo 525 entre las 18 y las 21hs. donde además, habrá una mesa de U.M.I. recibiendo las denuncias no formales.

20 octubre 2006

Espectáculo solidario en el Galpón 11

Los chicos del grupo de trabajo comunitario Giros invitaron al coela a participar de esta actividad



Domingo 12 de noviembre, desde las 17.30
Galpón 11 (Sargento Cabral y el río)
El Regreso del Coelacanto
No es mi estilo
Telas, teatro, trapecio

Lo recaudado será derivado al desarrollo del Centro cultural comunitario Giros (grupo independiente rosarino organizado solidariamente)
Entradas anticipadas a $5 en Music Shop (sarmiento 780)



El domingo 12 de noviembre, desde las 17.30, se reúnen las bandas El Regreso del Coelacanto y No es mi estilo, en el espectáculo solidario organizado por Giros (Grupo Independiente Rosarino Organizado Solidariamente), en el Galpón 11, de Sargento Cabral y el río. La propuesta incluye también una performance de acrobacia e intervenciones teatrales, a beneficio de la agrupación antes mencionada. Lo recaudado será derivado al desarrollo del Centro cultural comunitario Giros en el barrio Nuevo Alberdi.
Desde hace dos años, y en el mencionado barrio (Distrito norte), el grupo integrado por estudiantes universitarios de distintas carreras, realiza su labor comunitaria con los chicos de la zona, por medio de una experiencia de educación no formal con distintos talleres culturales como periodismo y teatro con más de 50 chicos cada sábado. Allí también se desarrollan actividades como la de una escuelita de fútbol, taller de música y un taller de tejido al que concurren las familias del barrio.
La idea de este proyecto, que ya está en marcha, es consolidar al Centro como un espacio de convergencia de los vecinos del barrio donde a través de actividades culturales se generen vínculos basados en la solidaridad y la cooperación.
Giros entiende a la cultura como amalgama de los lazos sociales, y trabaja en ello, para que desde este espacio que se está construyendo surjan nuevas alternativas de organización, trabajo y proyectos colectivos.


Más información:
girosrosario@gmail.com
Antonio Salinas Presidente de Giros (0341) 156 – 531645
Ismael Torres coordinador del evento (0341) 155 – 482415
Juan Monteverde Dpto. Comunicación (0341) 156 – 5351218
Gracias por difundir este evento y por ayudarnos a concretar este proyecto!!
prensa: Luciana Sosa
(0341) 155 31 80 53
luchysosa@yahoo.com.ar

09 octubre 2006

El funeral de la flauta del Teto (crónica de la mezcla de "Bailen Giles")

escrita en primera persona por el Polaco

Nota de advertencia: esta crónica es bastante larga y puede ser tediosa. Se puede leer por partes o directamente omitirla. También puede resultar incomprensible. Es que, después de todo, se trata de una historia.














El Teto duerme tirado sobre el largo sillón en el que se alterna con Lisandro para dormir. Sergio, el asistente del estudio Panda que trabaja con nosotros en la mezcla de las doce canciones de “Bailen Giles”, anota todos los seteos que va haciendo Claudito en cada tema. Hoy es jueves y Pablito no vino, lo que implica que varias decisiones de lo que queda o no en las versiones finales para mezclar pasan por nosotros y Claudio.
A medida que pasan las horas de laburo (en total, ya van casi treinta) Claudio se apropiando cada vez más del disco, más seguro de lo que hace. Y de alguna manera nos había anticipado eso el martes, mientras almorzábamos en la esquina del estudio de la avenida Segurola al 1200, en un pequeño y tranquilo barrio porteño que se llama Floresta y que hasta entonces no conocíamos más que por el nombre. “El momento de la mezcla es mi momento”, había dicho sin alardear de nada, mientras nos sugería los familiares de milanesa que “salen como patada”.
En realidad la idea no era en ese momento comer, aunque tampoco nos sentíamos capaces de plantear otra idea. Había que hacer algo en los 40 minutos que demorarían bajar al rígido las versiones de los temas que Pablito había ajustado en su casa, como corolario a un laburo de dos años largos que había empezado una noche en el Sótano, en Rosario, en un show que el coela compartía con Arbol. Esa noche estábamos más preocupados por la despedida de Gustavo, que luego de 12 años en la banda se iba a cambiar su vida a España. Entonces ni podíamos imaginarnos de qué se trataría esta historia en la que este pibe, Pablito, uno de los cantantes de una banda que estaba buenísima y que eran de un lugar llamado Haedo nos produjera el disco. Y quién sabe qué se imaginaba Pablito cuando nos hizo esa propuesta que nosotros aceptamos instantáneamente.
La mezcla del disco era el corolario de los últimos dos años, más o menos, en los que habíamos experimentado por primera vez que alguien “de afuera” de la banda metiera mano en todo lo que hacíamos, incluso en nuestro otrora sagrado terreno de la composición. Dos años de discusiones con finales que se resolvían de un plumazo en torno a “lo que dijo Pablito”, más allá de que no siempre podíamos ponernos de acuerdo en torno a qué había dicho Pablito. Dos años que tuvieron sus momentos cumbres: el ensayo definitivo, en el segundo semestre de 2005, en una sala que José nos había conseguido en Buenos Aires, donde él se había ido a vivir un par de años antes y formado Cautiva con sus hermanos; los tres días que vivimos en diciembre de ese mismo año cuando fuimos a grabar las bases de los temas al estudio Del Abasto al Pasto donde, como si no bastara con los equipos que había, tuvimos la posibilidad de convivir en una quinta con pileta y asador durante tres días. Grabar y disfrutar, como si fuésemos músicos de verdad…

“Lo que dijo Pablito…”

Y la mezcla que empezamos hace dos días es otro momento cumbre. Llegamos el martes, tan cansados como excitados, y después de comer arrancamos. Pablito quiso empezar con Bailen Giles y le indicaba a Claudio lo que quería. La misión del coela en esta instancia estaba conformada por Lisandro, el Teto y yo, que obviamente no entendíamos un joraca. Mientras la gente de Las Pelotas se acomodaba en el estudio de arriba para empezar a grabar un nuevo disco, no podíamos entender cómo podría ser más grande ese estudio que este de abajo, adonde fuimos a parar nosotros. Mirábamos las máquinas y parecíamos cholulos que se habían ganado un pase de 10 minutos al camarín de los rolling, faltaba que le pidiéramos autógrafos al compresor por el que alguna vez había pasado la voz de Luca.
Pero pronto la realidad nos sacó de ese plan de admiración y nos dejó mirando la tele mientras Claudio y Sergio trataban de solucionar el primer problema del momento cumbre: la compu no quería arrancar, se mancaba, había que cambiar el sistema operativo, y las onerosas horas que estábamos pagando por nuestra incursión técnica en las ligas mayores del rock argentino nos estaban empezando a resultar demasiado caras para gastarlas mirando partidos de la Champions League por TyC Sports. Quedaba por lo menos, la posibilidad de hablar un rato al pedo con José, que se había venido en tren desde el Abasto para formar parte de la mezcla del coela en calidad de viejo amigo.
“Son cosas que pasan siempre el primer día”, nos avisaban Pablito, Sergio y Claudio sin perder la tranquilidad, al menos delante nuestro. Y cuando ya parecía que José se iba a tener que ir a laburar sin poder escuchar siquiera un tema, “Bailen Giles” sonó por primera vez casi completo.
Estaba claro que el laburo iba a ser muy duro y que iba a valer la pena, sobre todo mientras avanzaba la mezcla de “Nena”. “¿Este tema no tiene pandereta?”, preguntó Pablito y lo que para nosotros sonaba a un reclamo imposible de satisfacer fue resuelto por él mismo en dos minutos. Justo había llegado al estudio Martín, el batero de Arbol, para saludar y entonces Pablo mangueó una vieja pandereta arriba. Sergio conectó un mic y nuestro disco ya tenía otro músico invitado. Saludos y hasta mañana, eran casi las once de la noche y habíamos salido de Rosario a las 5 de la mañana.
Tan dormidos como excitados, todavía, agarramos el auto y fuimos a terminar la charla con José en Campamento Huno, el bar que puso su cuñado Toto a la vuelta del menemistamente reciclado mercado de Abasto. Mientras le entrábamos a empanadas y guiso de lentejas José nos contaba cómo había sido tocar en uno de los escenarios chicos del Pepsi Music y charlábamos como si lo natural de nuestras vidas fuera ser parte del rock argentino como aquellos músicos a los que habíamos admirado mientras crecíamos tan inocentes que no podíamos advertirlo.
El miércoles arrancamos a las dos de la tarde y Pablito propuso “Casita”, uno de los temas que más nos costó primero entender y luego hacer sonar, y, para mi gusto, de los mejores del disco. Una vez que Claudio tuvo todo listo, a Pablo le preocupó que en el último estribillo no pasaba “nada nuevo”, y empezó a buscar ideas dentro de los más de treinta laburos que hizo como productor. Le metió mano a los coros, sin miedo al más burdo cut and paiste, poniendo y sacando cosas bajo la premisa de que Casita tenía que ser aún más deforme que como la había concebido Huevo.
Ese día iba a ser largo porque el turno terminaba a las 2 de la mañana y yo no podía dejar de pensar en qué estado íbamos a viajar el Teto y yo para estar en Rosario el viernes a la mañana. Es que una de las claves de este momento cumbre, de esta semana mágica, era que el viernes teníamos un show bien garpado en el Encuentro de Jóvenes que se hacía en la ex Rural. Pero todavía quedaban por lo menos dos temas para mezclar antes de ir a dormir pocas horas y volver al estudio el jueves a las 10 de la mañana.
Para hacer “Chicos” bajamos la versión que había dejado armada Pablito. La bata sonó rápido –no antes de una hora—porque tenía varios puntos en común con la de “Casita”, o al menos eso creí cuando le dije a Claudio que encarara ese tema. Entonces empezó a laburar sobre las guitarras acústicas que yo había grabado en Rosario. Lisandro me preguntó si lo había grabado con mi viola o con la de Franco Mascotti, que había sido el operador de aquellas sesiones de mayo y junio, cuando alternábamos entre Blue Room y el estudio de Palmito Addario en Funes para grabar los overdubs de acordeones, violines, voces e invitados. “Sí, grabé con la guitarra de Franco”, le contesté, y el dato no quería decir nada para Claudio, que le seguía metiendo mano a los compresores. Estaba claro que, de alguna manera, nuestro laburo en el disco había terminado y ahora, en la mezcla, todo estaba otra vez en manos de otro. Por suerte.

El disco de Claudio

De la misma manera en la que ahora se está dando vuelta para preguntarme qué hacer con la flauta del Teto en “Nolvides”, ayer Claudio se dio vuelta y me propuso, con su solvente amabilidad, la posibilidad de extirpar la mandolina de la introducción de “Chicos”. Pablito se había tenido que ir antes de la sesión y sus indicaciones habían quedado plasmadas en la edición que había hecho del tema en su computadora. De nuestras grabaciones originales ya había limpiado una voz mía doblada en la parte del medio, algunas notas de la flauta del Teto, un trino de la mandolina en la parte del medio donde, en cambio, insertó unas frasesitas del acordeón que en realidad pertenecían al estribillo. Pero la mandolina de la intro estaba, aunque era cierto que molestaba un poquito. Sin embargo, antes de aplicar delete probamos de bajarla un poco y no estaba mal, porque tiraba algunos armónicos que le venían bien como colchón a la guitarra acústica y por ahí había alguna que otra notita aguda que milagrosamente encontraba un lugar feliz.
De pronto empezábamos a ver que Claudio subía y bajaba planos como si la canción fuese de él. Lisandro y el Teto alternaban –como ahora-- siestitas en el sillón y a mí no me quedaba otra cosa que hacer que sacarle estúpidas fotos. Faltaba que embadurnáramos con dentífrico al primer boludo que se durmiera, como si estuviéramos en el bondi a Bariloche. Estaba claro que los roles estaban perfectamente en su lugar: la mezcla era “el momento” de Claudio, como nos había adelantado antes de empezar, y así podíamos percibir con satisfacción que el disco también era suyo. Y nosotros no teníamos que hacer otra cosa que dedicarnos a cebar mates.
A eso de las 11 de la noche, Claudio dijo que fuéramos a comer, aunque él estaba más bien para dormir. Ya nos había dicho, cautelosamente, que cuatro días para mezclar doce temas era muy poco tiempo. Y hasta que no llegamos al estudio eso era algo que no nos quedaba muy claro, no por ansiedad sino por no tener la guita suficiente para pagar las horas necesarias. Claro que a esa altura ya habíamos reservado un día más en el estudio para ir a remezclar lo que hiciera falta. Pero ese día más también podría resultar escaso, así que, otra vez sentado en “nuestra” mesa redonda del bar de la esquina uno de los temas de conversación fue cómo hacíamos para descontar el tema que no habíamos alcanzado a mezclar el día anterior.
El reloj se acercaba peligrosamente hacia la medianoche mientras esperábamos lo más importante de la jornada. Rápidamente el tema de conversación viró hacia lo buenas estaban las milanesas con puré, aunque no pude dejar de anotarme para el día siguiente una ensalada parecida a la que se había pedido Sergio, para quien ese bar debe ser uno de los lugares donde más veces debe haber morfado desde que su trabajo en Panda le implica más horas en Floresta que en Quilmes. Con la panza llena salimos del bar y recorrimos los 15 metros que separan el estudio de la esquina. En ese breve trayecto Claudio confiesa que se estaba durmiendo mientras yo decía una boludez atrás de otra en nuestra mesa redonda.
Antes de ir a comer Claudio había preparado todo para empezar a mezclar “Tres tiros”. Totalmente renovado, no por haber morfado sino por haber parado de laburar una horita, empezó la mezcla del ska mientras Sergio nos mostraba en cinco minutos el estudio de arriba. Si alguien cree que es posible tocar el cielo con las manos, esa visita nos demostró que cuando uno llega al cielo en realidad no queda mucho que tocar. Rápido bajamos al estudio donde ya sonaba “Tres tiros”. Era buenísimo y, sobre todo, era de verdad.


Mi mejor perfil

El jueves bien temprano pasé a buscar a José por su casa, ahí cerca del Abasto, “donde empieza Almagro”, me explicó. Después de varias vueltas (en Buenos Aires no se observa la norma de que si una calle va para un lado, por la siguiente se circula en sentido contrario) pasamos a buscar al Teto y Lisandro por la casa de la hermana del Teto, en la calle Borges. Buscando Juan B. Justo para ir hacia el noroeste, coincidíamos en que falta poco para que Buenos Aires se convierta en un solo barrio llamado Palermo. Parece que las inmobiliarias porteñas no tienen otra forma de vender casas que inventándole sufijos a Palermo, que no deja avanzar sobre el resto de la ciudad. Sin embargo, Buenos Aires es mucho más que eso, aunque nosotros tratamos de abreviarla en un par de avenidas que hacen más comprensibles las guías de calles. Un cachito más tarde de las 10 de la mañana estábamos de vuelta en el estudio que habíamos dejado ocho horas antes. Con José nos cruzamos a comprar facturas para acompañar unos cortados mientras Claudio empezaba a armar “El lado claro”, uno de los temas que más chirimbolos tenía.
La gestación de “El lado claro” tiene una historia particular. Resulta que a medida que Pablito transformaba y/o descartaba los temas que iban saliendo, Huevo y yo estábamos cada vez más desorientados a la hora de componer. “Ya no sé qué hacer, siento que todo lo que hago está mal”, me confesó, palabras más o menos, una vez Huevo, cuando el disco estaba tomando un rumbo que no terminábamos de entender. Ni siquiera recuerdo cuál fue mi respuesta ese día, pero de alguna manera yo también me sentía como él y, para peor, era una obviedad que el disco no tenía todavía todos los temas que se merecía. En eso Pablo estaba de acuerdo y cuando le propusimos hacer algo de reggae dijo: “Está bien, y vean si sale también algo medio folclórico”, le agregó, en una elíptica alusión a “Volviendo a casa solo”, nuestra pseudochacarera de “Esperando que caiga la pelota”.
Un día, más hermético que de costumbre, cayó Huevo con “El lado claro”, lo que en principio era un engendro entre un bolero y un reggae que contenía en el medio una parte en Fa sostenido menor en la que Huevo quería un dub, aunque parece que no lo sabía. Nos hacía rapear una extraña estrofa a mí y al Teto y --típico de él-- no explicaba lo que quería sino que gruñía ante nuestra incapacidad de hacer lo que él había pensado. “No es así”, era toda la consigna. A esa altura del proceso del disco, a mí ya no me importaba mucho hacer algo mal o desistir, y en lugar de caer en la costumbre de enojarme ante el rechazo opté por relajarme cuando el rap --o lo que fuere-- quedó en manos del Teto.
Sin embargo, ahí no terminaba todo: el tema se fue puliendo en la sala y acordamos que el bombo marcara negras. Una vez sonando, el tema se fue puliendo en su estructura hasta que llegamos a aquel ensayo cumbre en Buenos Aires y se lo mostramos a Pablito. Recuerdo como un gol el momento en que, justo cuando nos estaba por decir que había una parte que sobraba, le ganamos de mano: “Esto sobra”, le dijimos, convencidos ante la duda. Y para él también fue un gol: “Qué bueno… ya van entendiendo”, dijo sonriendo, para pasar rápidamente al siguiente tema. Estaba claro que ese partido no se ganaría con un solo gol.
A pesar del acierto en la estructura, la canción siguió ofreciendo aristas para ser descubierta más profundamente y siguió redondeándose cuando tiramos las bases en el El Abasto al Pasto, en diciembre de 2005. Fue en la primera jornada, a la que Pablito asistió en dos tandas. Habíamos arrancado con Bailen Giles y después metimos “El Lado Claro”. Pero cuando volvió Pablito no le convenció y quiso volver a grabarla. La batería tenía tantos pases, breaks y fills que se trababa cada dos versos. “Gruviala, Vini, gruviala”, le decía al Largo, al que una vez los pibes de Arbol bautizaron como Vinie Colaiuta quién sabe por qué. Mariano lo miraba aterrorizado desde la batería y seguimos haciendo tomas hasta que finalmente entendió cuál era “el barrio” al que Pablo lo quería llevar. “No tenés que tocar el tema, lo tenés que bailar”, dijo en un momento, la canción apareció, y con ella una de las frases más célebres de toda esta historia: “Ya está, quedó buenísima. Ahora hagamos una más.
Con esas bases, la creación del tema estaba casi liquidada, pero no. Todavía podía seguir creciendo. Por ejemplo, el arreglo de voces para la coda fue resuelto mucho mejor, a partir de algunas indicaciones de Pablo y otros afortunados errores nuestros. Además Naki había conseguido para grabar un acordeón con unos graves que no podían ser. Sólo faltaba Dani, el elegido para que cantara (o rapeara) aquello que Huevo no había podido obtener del Teto y yo.
En rigor, la palabra dub en el tema la introdujo Dani. Todavía no sé si es exactamente eso lo que quería Huevo, pero quedó bien. Dani, el cerebro de Los Sucesores de la Bestia, es el accionista mayoritario de 20 segundos de “El lado claro”. Le dimos las pistas para que hiciera “la parte rapeada” que el transformó en dub, pero además lo adornó con coro de cuatro voces souleras, una línea de melódica y vocoder.
“Qué hacemos con todo esto” se habrá preguntado Claudio a la hora de mezclarlo, y acordamos sacarle las líneas de coros más graves, porque chocaban con una línea del acordeón que no convenía molestar. Pasaditas las dos de la tarde, “El lado claro” estaba casi listo y todos sentíamos que el almuerzo era lo mejor que podíamos hacer. Esta vez encaré una ensalada y, como no podía ser de otra manera, sonaba perfectamente.

Nos vamos

Hay que estar 15 años en una banda para entender que la semana del 26 al 29 de octubre de 2006 era clave. El desafío que se había planteado era ir a mezclar el disco, con todo lo que implica desde lo económico hasta el operativo que había que montar. Resulta que habíamos conseguido, para el 29, esa bendita fecha en el Encuentro de Jóvenes que implicaba la posibilidad de hacer un show con mucho público y un buen cachet. La idea original, de dejar al Teto mezclando y hacer el show sin él, duró apenas unos temas de un ensayo en el que faltó y terminamos de acordar que el Teto era imprescindible en el escenario. Lisandro propuso entonces quedarse él en Buenos Aires y que lo reemplazara Bruno en el show. Teníamos dos semanas para ensayar con Bruno, que ya lo había reemplazado a principios de año en un bar de Sastre. En los papeles, estaba todo cocinado para que pudiéramos hacer las dos cosas, sólo restaba concretar la historia. Había que adaptar la lista de temas a los que pudiera sacar Bruno (se aprendió por lo menos 15 temas), había que viajar el jueves a la noche para poder dormir algo antes de encarar el show. No era tan difícil, siempre y cuando no ocurriera nada en la autopista de regreso a Rosario.
Pero antes de eso, a mí y al Teto nos quedaban un par de horas en Panda. En nuestra mesa redonda del bar de la esquina pintó un desafío: Claudio se mostraba confiado en meterle pata al laburo y le dije que había un tema para que mezclara en una hora. “No tiene tacho, no tiene coros, es fácil”, le dije respecto de “Nolvides” y él, con su tranquilidad habitual, aceptó el desafío que, por supuesto, terminó ganando más allá de que la mezcla le llevó bastante más de una hora. “¿Qué te parece si en este tema le damos más predominio al violín, como para cambiar un poco el color de lo que venimos haciendo?”, me preguntó cuando ya tenía las bases ajustadas. “Me parece perfecto”, le dije, y seguí con mi tarea de sacar fotos a los que se dormían y charlar con José para ponernos al día.
Hubo una razón para que el Teto esté ahora durmiendo profundamente mientras Claudio mezcla “Nolvides”. Mientras, hablo con José acerca de la letra de la canción, que me parece tan linda como por momentos pedorra. Es que, en primer lugar, el tema baja mucha línea, es casi imperativo más allá de lo que simpático de la música. Hay frases que tienen que ver más con mi estilo chabacano a la hora de escribir, como “te olvidaste de sacar la basura antes de las ocho” pero también otras que orillan esa cuestión de moralina ni siquiera poética en la que aborrezco caer a veces. “Pero queda bien con la melodía”, le digo a José, que me da la razón porque me conoce, me quiere y también porque está fascinado con lo que está sonando.
El Teto duerme profundamente cuando Claudio se da vuelta en su silla giratoria y dice, después de escuchar cómo queda la flauta en el estribillo: “Esto lo sacamos”. Momento clave de una semana cumbre: “Teto, vamos a sacar tu flauta”, le digo tratando de despertarlo pero tratando cuidadosamente de que no se despierte. Y así como 15 días antes habíamos celebrado en vivo “el funeral del violín de Maxi” en el recital de la Plaza Cívica de Rosario, cuando un ruido infernal de cables nos obligó a prescindir de ese instrumento en dos temas hasta que se arregló –no del todo— esa situación, es ahora el momento de presencia el funeral de la flauta del Teto en “Nolvides”.
Es difícil advertir cómo avanza furiosamente el tiempo mientras uno tiene la cabeza encerrada en un loop de poco más de dos minutos. Y no es ahora momento de pensar cuánto trabajamos el arreglo de flauta del Teto, con un ataque tipo Pogues en el arranque del estribillo, y cuánto nos costó grabarla en Blue Room porque no quedaba. Y el pulgar para abajo que le dio Palmo cuando liquidamos la edición del disco en su estudio. Ahí estaba, como un simple archivito que desaparecería de esta historia presionando delete, más allá de que Claudio se apiada y dice, acerca de un trino que hace la flauta en el medio del riff: “Esto puede quedar”.
Cuando el Teto se despierta, Claudio está mezclando “Oficina divertida”, un ridículo tema punk. Dentro de un par de horas estaremos en la autopista rumbo a Rosario, con muchas cosas para contarle a los chicos mañana a la tarde, antes y después del show en el Encuentro de Jóvenes. El viaje será relativamente corto, rápido, excitado, con mucha charla y mate. El show en la Rural será muy divertido, pero cansador, después de varias horas bajo el sol. Vamos a estar casi on line con Lisandro para ver cómo andan las cosas en la mezcla y también vamos a disfrutar que Gustavo esté, aunque sea abajo del escenario, para escuchar a la que de alguna manera sigue siendo su banda. A partir del sábado cada uno tendrá una copia del disco para escuchar y ver qué retoques hay que hacerle. Y el Teto, tratando de disimular la desilusión, corroborará algo que estaba en sus cálculos, mientras suene el estribillo de “Nolvides”: “Che, la flauta al final no quedó, ¿no?”.


NOLVIDES

Te olvidaste de vos.
Te olvidaste de nosotros.
Te olvidaste sacar la basura
antes de las ocho.
Mil veces te olvidaste
de pasar a saludar.
Te olvidaste de anotar
y te olvidaste de todo lo que no anotaste.

Te olvidaste de dar,
te olvidaste de pedir,
te olvidaste de sentir el deseo de nunca olvidar.
Y ahora que viniste te olvidaste de decir
quién carajo sos:
te olvidaste de que nadie se acuerda de vos.

Y no llorés más
la memoria se debe elegir
y cuidarla después
sentirla
como sentís cuando al respirar
no dejás de soñar
con tratrar de vivir en un mundo mejor.

Te olvidaste del sol,
te olvidaste del ozono,
te olvidaste de secarte el culo después de lavarte.
Tu vida se paspó como te paspaste vos
y no te olvides de pensar
que si vos no pensás alguien lo hace por vos

Te olvidaste de querer,
Te olvidaste de creer.
Olvidaste querer creer que nadie te va a olvidar

Y no llorés más
la memoria se debe elegir
y cuidarla después
sentirla
como sentís que al respirar
no dejás de soñar
con tratar de vivir en un mundo mejor
Pensá, que si no pensás alguien lo hace por vos.
La memoria se debe
elegir como elegís cuando al respirar
no dejar de soñar con tratar de vivir en un mundo mejor.

10 septiembre 2006

Crónica de un show: Plaza Cívica - 9 / 09 / 2006




(Crónica de El Polaco)


Luego de una prueba de sonido que se tornó un tanto dolorosa por padecimientos vinculados con el cablerío y un rebote que mandaba como una bola de vuelta al escenario la música que intentábamos mandar hacia la sala vacía. Trabajamos bien y tranquilos pero se nos hizo un poco tarde: 20.45. Pensando en que el show iba a poder empezar 21.30 o 22, un par se fueron a cambiar a sus casas cercanas. En ese momento, los muchachos que trabajan en la Plaza Cívica nos dijeron que teníamos que arrancar a las 21.15. Y ya venía entrando inesperadamente gente a la que dejaríamos 45 minutos mirando un escenario vacío desde la platea.
Huevo no llegaba y Lisandro no encontraba el afinador. Eran las 21.20 más o menos, y cuando Lisandro le pidió el afinador Huevo le respondió que no había traído el prolongador. “Huevo no trajo el afinador”, me dice Lisandro, yo respondo: “¿Se lo llevó a la casa? ¿Y ahora?” Pocos minutos más tarde, ya habíamos empezado a afinar y el público, que mucho más inesperadamente que antes seguía entrando en masa y con una amplitud etárea que hacía muchos años que no teníamos enfrente, empezó a hacer palmas.
Subo con mis lentes negros con los que pretendo invadir el escenario cual mafioso de la Rusia post-soviética en el bolsillo. Los chicos se disponen a tocar, bajo del escenario y me los pongo. Saludo y arranca el tema. Y ahí empezó: un infernal ruido de cables cruzados, rotos y engualichados se arremetía en mi vida rugiente desde el monitor. Sólo pude pensar en que eran bombas que sonaban como un instrumento más en la historia que estábamos contando, la de “El Niño Bomba”, con guitarra acústica, acordeón, violín, el tin whistle del Teto en otra tonalidad y un infernal ruido de cables que, ojalá los espectadores hubieran sentido lo mismo, podían sonar, con más buena voluntad que imaginación a ¿bombas tal vez?
Cuando se viene Padre de Todos los Sánguches, el tercer tema, ya no hay razón para seguir adornando el audio del show con “bombas” así que tenemos que celebrar el funeral del violín. Y mientras todos cantan “Padre” arriba y abajo del escenario, yo no puedo dejar de pensar en si el violín estará muerto el resto del show. Pero el violín vuelve, después de una ceremonia de cambio de cables y directas de la que sólo no participó el portero, en “El Lado Claro”, por suerte, aunque tenemos que conformarnos con un persistente ruido a olas de mar que emana del monitoreo.
Podemos hacer la nueva versión de “Tarde”, con banda entera, en la que tratamos de generar un ambiente bailable a pesar de la tristeza, acelerando un poquito el vals (en realidad yo, que lo empezaba, lo tiré un poco para atrás en el tempo, no me banqué ir tan para adelante y la banda me tuvo que seguir más tranqui). Es un buen momento para “El Lado Oscuro”, generamos un buen clima en un auditorio tan diverso pero paciente. Se ve que estamos levantando el show, a pesar de un comienzo calamitoso.
“Tengo otra mala noticia”, me dice Huevo mientras todavía sonaban inesperados –como toda la noche— aplausos. “Corté cuerda de la acústica”. A esta altura arrecian en nuestras cabezas nuestra negligencia de no tener un plomo fijo, y menos esta noche. De alguna manera, volvemos a 1991, pero por caminos distintos. Somos dos amateurs tratando de que no se note y cada vez es más notorio. Yo me sumerjo en la lista de temas, para ver cuántos temas no voy a poder tocar con guitarra, cuántos no vamos a poder tocar. Pero no decimos nada y Huevo arranca con “Te Conozco”, la platea se levanta y nosotros no tenemos opción: cuando uno está mal no puede dejar de responder por aquello que alguna vez hizo bien.
Entonces Huevo se ilumina. Sabe que este show hay que remarlo, está muy claro, y si hacen falta más datos se huele desde el monitor el sonido de mar que emerge del violín de Maxi. Huevo pide, entonces, ayuda a la costa. Y desde el público salen amigos para cambiar la cuerda. Tocamos, para aprovechar el momento, una extraña versión de “Chicos” con una sola viola, la eléctrica, y empezamos a saltar como intentando que no se note lo raro que suena el tema. Pero los temas que siguen no se pueden truchar así. Además ya están detrás del teloncete que hace las veces de camarín Franco, de Los Sucesores, y Carlos, el operador de sonido de Fito Páez, y no sé cuántos amigos más tratando de pelear con la cuarta cuerda de la acústica, que no sé de dónde la sacaron porque me parece que yo no tenía más.
El cambio en la lista no queda mal. “Bailen Giles” y “Tres tiros” son nuevas canciones pero pegadizas. De pronto aparece en escena otra vez la acústica y se merece ser recibida como un resucitado en medio de una ¿misa? de Jimmy Swagart.
El final es feliz. El show había sido complicado pero la banda lo pudo superar. Todos pusimos huevos para eso, y no podía ser de otra manera: estaban Julia y Mateo, los hijos de Huevo –el bebé de 8 meses hacía su debut en un recital de rock--, estaba Sarita la hija del Teto, había demasiados chicos como para permitir, nuevamente, que incomprensibles boludeces de los adultos arruinen fiestas a los niños. Así, desde la paternidad que nos va tocando vivir abajo del escenario, pudimos salir del infantil amateurismo que nos tocó revivir al comienzo del show.
Pasó un recital más, lleno de grandes y chicos. Difícil, como la digestión de solo pensar que a metros del escenario, en el patio central de la vieja jefatura que de algún modo la democracia intenta recuperar como espacio para compartir la vida pública, se elevaba como un monumento demolido un oscuro lugar en donde se torturaba impunemente a los que pensaban de otro modo.
Tal vez la enseñanza del show sea que hay que remar, y remar mucho, para evitar que nuestros hijos vuelvan a ser víctimas de la idiotez de los adultos, especialmente esa tan aberrante que todavía se hace recordar desde las ruinas de la antigua cárcel ubicada a metros del escenario.

06 septiembre 2006

Hola coelamigos, esta vez a cantar gratarola...

No pretendan, pues, que hagamos un mail chistoso para avisarles

Es realmente un drama para nosotros el hecho de poder ofrecerles un recital en el que ustedes pueden ir a escuchar a una gran banda que interpretará piezas memorables con una gran calidad técnica y una increíble dosis de emotividad para una audiencias caracterizada... por no garpar.

Ya podemos verles las caritas a los que "nunca" pueden ir porque se quedan dormidos, porque "e hizo tarde en el asado", porque "hacía frío", porque "tuve un compromiso, disculpá", porque tenían que ir a la cancha, porque prefirieron ir al recital de pirpinela o porque EL REGRESO DEL COELACANTO no les gusta. Todos, incluso los del último ítem, estarán presentes seguramente el sábado próximo en la plaza cívica para disfrutar de uno de los peores acontecimientos que los músicos podemos padecer: tocamos gratis.

De esa manera, será mucho más difícil para nosotros arruinarles la velada. Total, si es gratis, ¿qué les importa clavarse con un show mediocre?

Pero no importa, vengan igual, vengan a reírse de nosotros, de nuestra decadencia y de nuestra depresión de vieja gorda abandonada. Vengan porque además de gratis, es bajo techo, en una hermosa sala ubicada en el primer piso. Agenden pues, malditos


EL REGRESO DEL COELACANTO

SABADO 9 DE SEPTIEMBRE - 21 HS

PLAZA CIVICA (primer piso, bajo techo, calentito)
San Lorenzo entre Moreno y Dorrego (Rosario)
(entren sin miedo...)

ah, es gratarola



www.coelacanto.com.ar

19 agosto 2006

Próxima fecha: sábado 26 de agosto

Hola coelamigos !!!

Están muy aburridos?

Qué lástima, no tenemos ninguna propuesta para sacarlos de ese estado.

Es que, así como viene la mano, los años que tenemos por delante no sólo pintan aburridos sino que además se vienen bastante turbios, a saber: guerras globalizables con armas de lo más insólitas, a saber: bombas humanas portátiles y autodetonables en lugares públicos atestados de potenciales víctimas y con claras connotaciones occidentales-cristianas; armas de destrucción masiva en poderes de terroristas de Estado diseminados por todo el globo bajo la fachada de las presidencias de las naciones; algunos son empresarios petroleros devenidos en pseudopolíticos (como Junior en los Estados Podridos) y otros viejos guerrilleros que sobrevivieron a la inmolación temprana y ya llegaron a la edad en la que pueden mandar a morir para matar (como Mahmud); otros son viejos dictadores del orto del mundo que de alguna manera alcanzaron la manera de enmascarar sus complejos de inferioridad en un pulsador con botón rojo (como Kim); todos tomando el té con la reina de Inglaterra, que sigue manejando todo, sí, sí; armas de destrucción económica y social como el capitalismo salvaje y posindustrial; armas de destrucción moral como las iglesias excluyentes y fanáticas, que no conciben que el prójimo crea en lo mismo pero de otra manera (y aportando a otra urna, sobre todo); canales que transmiten 24 horas de ¿noticias? vinculadas a los ¿deportes?; Macris, hijas de Mirtas Legrands, y sus descendientes; siguen las firmas...

------------------------------------------------------------------------------------------------

vieron que no era suficiente con la erradicación de Menem?

------------------------------------------------------------------------------------------------

En la Argentina, la teoría evolucionista logrará que cada vez más gente se vuelque a las religiones más irracionales que vayan apareciendo.

Ejemplos del mapa Pokémon argento

En el humor...
Espalter, Almada y el Hombre del Doblaje evolucionaron en
Urdapilleta-Barea-Tortonese que originaron a Tinelli- Pergolini-Petinato

En las armas...
San Martín, Bolívar, Belgrano evolucionaron en... mejor lo dejamos ahí

Fulbo
Michelli, Ceconatto, Lacasia, Grillo y Cruz evolucionaron en ... Chipi Barihjo

Música
Pimpinela se convirtió The Real Millie Vanilli (bueno, en Miranda, pero es muy obvio)
Artaud -- Spinetta -- Ilya Kuriaki -- Cristina Aguilera
Palito Ortega - Charly - Palito Ortega
Pappo - Dios


------------------------------------------------------------------------------------------------
La frastraslafra que antecede, de dudosas cualidades humorísticas, tiene como objetivo ilustrar acerca de los problemas del mundo y el país. Y todo eso sin nombrar a Kirchner, porque también hemos sido alcanzados por el rigor de la censura (en realidad nos prometió trabajo en el Tren Balá).

En este marco de incierto contenido, ¿qué mejor que un recital de El Regreso del Coelacanto para tratar de abordar hacia otra dimensión que nos deposite en un mundo mejor?


pues agenden:


EL REGRESO DEL COELACANTO
en el ciclo 45 dB*

sábado 26 de agosto -- 22 hs
SUM del CEC - (Sargento Cabral y el Río - Rosario)


La entrada sale cinco mangos porque lo organiza la Muni. Antes se proyectarán videos copados que ya les vamos a confirmar: puede ser algún show de Dylan, Talking Heads, Las Primas o Piola Vago.



La capacidad del lugar es limitada. El que no va, realmente se va a joder al día siguiente, al comprobar en el aula o en la oficina que todo-sigue-igual. Y el que va también se va a joder, pero habrá pasado un rato que le permitirá comprobar que el aula o la oficina, después de todo, no están tan mal...







* 45 db: músicos en el living (esta es la official data)
.:: Todos los jueves a las 22 , en el Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC), se realiza el ciclo 45 dB: Músicos en el Living , una novedosa propuesta de recitales acústicos en los que el volumen, independientemente del género del recital, se encuadrará dentro del nivel permitido por la legislación: 45 dB (decibeles). Es un encuentro entre artistas y público, en el que los músicos presentarán sus creaciones en un ambiente íntimo. A partir de octubre, dentro de este ciclo se harán recitales temáticos por género. No obstante, todos los encuentros musicales que se realicen en el CEC se harán con el volumen a 45 dB.



24 julio 2006

Otro día del amigo

(20 de julio de 2006 - Parque de la Agricultura - Esperanza)

El día empezó temprano, a eso de las 9. La fecha era en un parque de la ciudad de Esperanza, a unos 180 kilómetros de Rosario. Sabíamos que... en realidad no sabíamos nada, ni siquiera por qué nos habían contratado. Pero allá fuimos, confiando en la gente con la que apenas habíamos hablado por teléfono.
A las 9.30 empezamos a cargar todo el bartulaje en un minibus. Diego no venía, no lo pudimos localizar, entonces decidimos ir sin operador. "Allá tiene que haber alguien que nos mezcle", coincidimos cuando ya llevábamos una hora de atraso, pero no estábamos muy convencidos. En el viaje empezaron a circular temas de charla, mientras algunos se iban quedando durmiendo y Miguel avanzaba con el minibús por la autopista Rosario-Santa Fe. Hablamos un poco de cine, de música, hasta que alguien se acordó de que teníamos que hablar sobre el arte de tapa del disco. Sacamos un par de conclusiones, nada definitivo, hasta que llamó Dieguito. "Me quedé dormido, ¿quieren que me tome un colectivo", me dijo por el celular. Pero no había colectivos a Esperanza ese día.
Llegamos a Esperanza y, como nos habíamos dicho sin lograr convencernos, con el sonido estaba todo bien. Allá nos esperaba Gonzalo, un pibe que tiene una banda y trabaja en el área de juventud de la Muni de Esperanza. También estaba todo bien. A probar sonido pues.
El Largo armaba la bata y algunos paséabamos por el Parque de la Agricultura. Eran casi las 2 de la tarde y había birra y fernet por todos lados. Buena onda.
Cuando nos quisimos dar cuenta estábamos arriba probando, mientras algunos se empezaban a acercar a partir del incipiente batuque. Pablo, el sonidista, nos dijo desde la consola que estaba todo bien. Todo seguía bien, y cuando nos quisimos dar cuenta ya estábamos de vuelta, con camisa, corbata y lentes, para empezar el show.
Arrancamos con "Padre de todos los sánguches", luego de una aclaración que parecía conveniente sobre la temática choripanera de la canción. Vino bien, porque el coro inicial pareció una plegaria hambrienta que al parecer todo el mundo captó. Y seguimos con "Cansado". Entonces Huevo convocó a bailar una polka e hicimos "Pinocho y Chapete". Abajo del escenario, sobre la cancha de básquet del parque, algunos bailaban algo que parecía una polka. Otros seguían sentados pero atentos. Cuando los temas terminaban, aplaudían y todo. Lo que al principio nos parecían pequeñas sorpresas se fueron trastocando en confirmaciones: la banda sonó bien, todo estaba bien organizado, hasta el día del amigo parecía tener un significado especial.
Cuando uno tiene una banda de rock durante tantos años sin lograr condiciones de producción que permitan vivir de la música en el aspecto material, o sea, trabajar de músicos, algunas cuestiones extramusicales como la amistad van tomando otra relevancia que nadie puede vivir en otros aspectos de su vida. Uno está en el escenario rodeado de músicos que a esta altura del partido son amigos. Amigos que comparten sueños, proyectos, pero también frustraciones. Pero hay días en los que sale todo bien, como esta vez, y no queda otra alternativa que disfrutar.
El vértigo del éxito y toda la merda extramusical que rodea la vida de los músicos de rock son un árbol que suele tapar el bosque de la historia. La historia de cada uno, la historia individual y la colectiva que compartimos en la banda. La historia que escribimos todos los días y que sólo podemos recordar quienes la vamos viviendo. Una historia sin héroes, pero con muchas batallas ganadas y perdidas. Una historia chiquita, pero que se va haciendo grande mientras pasan los años. Una historia que no puede contemplarse on line, pero que va tomando forma a medida que se afianza en la memoria de cada uno y vuelve a actualizarse en forma de anécdotas.
Muchas anécdotas quedarán de este día de la amistad que nosotros compartimos como músicos en una ciudad cerca y a la vez lejos de la nuestra, en un parque en el que diez minutos después de que termináramos el show haciendo un bis con un tema de Sumo (pegamos, muy en onda zapada "Kaya" con una partecita "Waiting in vain" de Marley, y fue cualquiera) se estaba armando un tole tole con amigos que no tenían más en común que sus ganas de pegarse.
Así, mientras agradecíamos la atención recibida de la gente de Esperanza, fuimos guardando las cosas mientras la fiesta se convertía en... historia. En una pequeña parte de nuestra historia. En una pequeña parte fundamental de nuestra historia que seguramente debería ser ignorada por nuestros biógrafos, si algún día a alguien se le ocurre que esta historia merece ser contada porque algo tan lábil como el éxito pudiera ameritarlo.

12 julio 2006

Desde el escenario (7 de julio de 2006, Willie Dixon, Rosario)

Veinte tipos saltando arriba de un escenario que ya tiene chapa. Guitarras que pasan de mano en mano, micrófonos que reciben saliva de todo tipo, baile, mucho baile, y una alegría difícil de explicar. Por los parlantes saturados de tanta biaba suena “El Indulto”, un clásico de Los Vándalos que merece ser apropiado por cualquier músico rosarino que se le anime, un himno a la simpleza de las cosas buenas. Parece que no se nota que ninguno de los músicos pega los acordes como son, y es raro, pero no importa. Siga el baile.
A esa altura ya eran más de las cuatro de la mañana y los viejos todavía no estábamos cansados. Había empezado casi a las 2 con un show más que interesante de Degrade: viene bien este nuevo DGD, muy buenas canciones nuevas, muy a tono con las nuevas reversiones de las viejas, tranquilo y potente a la vez. Se están haciendo el honor a ellos mismos.
Después subió el coela y se sabía que sería un show impredecible. El set tiene que empezar con Cansado, un tema nuevo con destino de inédito, y a Huevo se le cae la guitarra antes de empezar. Siempre falta un mango para el peso…
Sale todo bien y van llegando los invitados. La idea es escucharnos en las voces de otros y, de alguna manera, hablar por boca de otros. La primera sorpresa es que también terminamos mirándonos en las caras de otros: Nahuel Antuña, bajista de Vudú, se trae una peluca alucinante para ser del coela, aunque esta noche elegimos disfrazarnos formalmente con camisas, corbatas y anteojos. Lisandro parece Rosales, un personaje de Mesa de Noticias que el jamás vio. Yo me veo como un mafioso ruso que parece no tener demasiado poder y el Teto es el Mini Me de la película de Austin Powers.
Sube al escenario Jula para hacer un clásico de The Cure: A Forest, típico berretín de roquero. Los pibes abajo del escenario no entienden mucho qué sucede, los más grandes parecen estar copados. Nosotros volamos por ese bosque, y Carlo Seminara ya está en el escenario improvisando con la percusión.
Entonces viene Te Conozco en la voz de otra persona. Ike Parodi, el excelente cantante de Vudú, se apropia de la canción y hace suya la letra de una manera que no había aparecido en los ensayos. Es increíble, es otra lectura de la letra, que se va para otro lado en los agudos de Ike, la canción viaja y somos felices, porque las canciones tienen que ser cantadas por mucha gente distinta. Te Conozco se lo merece especialmente. Mientras tanto, Nahuel Antuña empuja desde el bajo un arreglo del tema que hizo él hace tres años en otro show nuestro.
Dani Pérez y Augusto Fassini suben para el Utilero. Dani es el cantante de Los Sucesores de la Bestia, pero además es un músico que se va tornando cada vez más importante en la escena de Rosario. También toca con Los Vándalos cuando se les manca algún músico. Y Fasito, antes de ser el saxofonista de Los Vándalos, tocó con el coela, che. Y hacía mucho que queríamos volver a tocar juntos. Le pasé el Utilero en el camarín durante la prueba de sonido y al principio no lo entendió. Caí en la cuenta de que, como tema sencillo, el Utilero tiene cierta complejidad melódica. ¿Será por eso que gusta a los demás? Desde esta noche me empezó a gustar a mí, y Dani lo cantó como nunca.
Entonces viene un set bailable que arranca con Bailen Giles. Perdón, gente, nos corrimos con la guitarra de Huevo, fue la entrada más desafinada de nuestra carrera, una verdadera vergüenza, una pesadilla difícil de sobrellevar entre tanto clima festivo. En fin, a bailar.
Hasta que llega Pablito Pino para hacer Padre de Todos los Sánguches. No sé qué pensará él, para mí la canción le queda muy bien. Es muy lindo compartir un escenario con este tipo. A su lado está Javi Vega, bajista de Fluido, más que feliz. Tal vez muchos no lo sepan, pero no es poca cosa para nosotros tocar juntos. Con Javi y los chicos de Fluido nos hicimos amigos a partir de 2003 cuando viajamos juntos a La Falda y ganamos juntos el derecho a participar después en un festival que nunca se hizo. Antes de subir recordamos viejos tiempos, en los que nosotros éramos un cacho más viejos que él. “Vos tenías los pelos así”, me decía en el camarín dibujando una melena en el aire.
Antes de arrancar el último tema, más sorpresas. Me topo con dos gordos en calzoncillos con guitarras en mano: los guitarristas de Murió de Asco. Con Luis Beretta habíamos ensayado y Waldo había advertido que iba a subir. Pero no sabíamos que de esa manera. Ya está el show completo, arrancamos Crua Chan con la presencia de Diego Romero. Casi nadie entiende a quién estamos presentando hasta que sube Popono y, por supuesto, todo tiene que estallar cuando él llega a un escenario. Sin embargo, palabra de músico, no es el público el que estalla con Popono sino más bien los que estamos arriba. Le hice una absurda traducción de Crua Chan al castellano y vamos padelante. No la ensayamos y no podría haber salido mejor.
Cerremos todos con "El Indulto", le venía diciendo los días previos a Pato de Degrade. En algún momento se convenció. "Armenlo en los camarines mientras nosotros tocamos", le dije. Parece que no armaron nada. Quince tipos que no sabían lo que iban a tocar esperando a Popono, que estaba ajeno al plan. El tema arrancó hasta que llegó él y organizó los solos de cada músico. "Ya había guardado el saxo y cuando escuché el tema lo armé de nuevo y subí", me contaba Fasito después. Para todo el mundo fue fiesta. Para mí también, aunque por momentos me parecía un cachito desprolijo...(era un quilombo).
Hacía mucho que no teníamos tantos invitados en un show del coela. Gente de muchas bandas, con distintas historias y trayectos, pero con muchas cosas en común. Otras voces que nos regalaron un poco de nosotros mismos. Gracias, entonces, por el regalo, muchachos.
El Polaco

16 junio 2006

Cables Cruzados

El Regreso del Coelacanto participó de la primera emisión de Cables Cruzados, un programa encarado por la Municipalidad que consiste en mezclar músicos de dos generaciones diferentes vinculadas al rock rosarino para compartir su música. En esta ocasión, televisada por Canal 3 de tv abierta, el coela cruzó los cables con Jorge Fandermole, uno de los compositores más importantes que dio la llamada “Trova rosarina” de comienzos de los 80, luego volcado hacia el folclore pero siempre llevando adelante la bandera de la exquisitez armónica, melódica y poética. “Te conozco de algún lau”, del coela, y la legendaria “Río Marrón”, del Fander, fueron los temas compartidos en un programa de media hora que mostró, además de las ejecuciones en vivo de las canciones, extractos de la intimidad de los ensayos. Todo montado en una ágil edición con especial cuidado de la información y los contenidos.

Cruzarnos con los cables de Jorge Fandermole fue una experiencia muy interesante para nosotros como músicos. El Regreso del Coelacanto siempre fue una banda con intenciones de experimentar, de aprender descubriendo. A veces eso nos juega en contra, si se nota que atravesamos por procesos más largos que si fuéramos una banda que se aviene a reglas como por ejemplo las de género. Nosotros vamos aprendiendo mientras vamos tocando y eso sucede cada vez más en los últimos tiempos, que supimos atesorar una buena cantidad de saberes y errores a la hora de encarar nuestra música.
Pero básicamente lo que nos generó participar de Cables Cruzados fue poder confirmar que podemos desenvolvernos con versatilidad en terrenos muy diversos y nunca perdemos nuestro estilo.
Tocar con Fander nos expuso de varias maneras, al ser el coela una banda bastante más ruidosa en comparación con la música que él hace. Me expuso a mí como cantante, porque siempre es más fácil vociferar que cantar bien, y estudiar una canción como Río Marrón lleva a la garganta hacia otros enfoques que, aunque todavía no domino plenamente, es importante porque va abriendo mi espectro de matices. Espero haberlo hecho bien.
Como banda creo que logramos una versión correcta de un tema muy hermoso, que si bien no fue muy aggiornada le puso otros colores más rockeros pero al mismo tiempo respetuosos. Esa impronta rockera es la decantación de nuestro impulso y los límites que afortunadamente nos puso Jorge al llevarnos hacia el corazón de la canción y no privilegiar el arreglo, o bien los desarreglos con los que solemos despacharnos por nuestra forma de tocar mucho y trabajar –no siempre de la mejor manera, pero esa es la parte más inconfundible de nuestro estilo—las texturas sonoras con los instrumentos melódicos.
También nos gratificó la circunstancia de que un tipo como Fander, acostumbrado a cantar grandes canciones en su vida, se le anime a un tema nuestro. Un sueño que ha esta altura se había tornado inesperado. Fander le dio a “Te conozco” –y en esto tiene que ver la intención de Fabián Gallardo, que pergeñó este cruce pensando en esa canción-- un poco más de chapa, lo cual es mucho teniendo en cuenta que la canción fue escrita sin ninguna expectativa. Tal vez sea por eso que este tema está empezando a devolver cosas muy lindas: primero con un video que hicimos muy intuitivamente y terminó siendo un halagador gol en tiempo de descuento, ahora con esta posibilidad de ser mostrada de otra manera, ya cuando el partido se está terminando y ahora merece darles paso a otras canciones que nos van surgiendo. Darles paso, y también iluminarlas.
El Polaco