Rosario, jueves 27 de noviembre de 2008
(crónica del Polaco)
A 5 meses y un día del último show del Coela en la ciudad (el acústico del CEC en el ciclo 45 dB - próximamente vamos a cargar los videos de ese show) volvimos a tocar en Rosario con algunas novedades para los seguidores locales: la proyección del nuevo videoclip (Chicos), la presentación de Bruno en la bata y otra vez un grupo de gaiteros/as asturianos/as que esta vez fueron 7. Una buena ocasión para sacarnos las ganas de tocar para un montón de amigos entre los que pudieron estar dos históricos: el Largo y Gustavo estuvieron en la platea.
La Lavardén es una sala muy cómoda y acogedora, mucho más con el aire acondicionado que ese día hizo más disfrutable algo que suele ser tedioso como los preparativos, teniendo en cuenta que afuera, en el mundo real, la sensación térmica estaba llegando a 43 grados y no era joda. Así, las demoras de siempre, esas que suelen incorporar nervios y problemas en la previa, llegaron a ser por momentos una bendición. Dieguito Ferrero, que hacía mucho que no laburaba en la consola del Coela, había propuesto que la banda de gaiteros y gaiteras que Víctor había reclutado se ubicara delante de la línea del P.A. (las cajas de sonido que salen para afuera) y evitar, si es que funcionaba, microfonear y darles monitoreo.
El show comenzó a las 22 con Los Pakidermos, una súperpotente banda de chicos de Corrientes afincados en Buenos Aires que sonó muy fuerte y muy ajustada, con mucha sangre. Hicieron unas doce canciones, varias de su segundo disco grabado en Montevideo y dejaron el escenario bien caliente.
Una hora despué
s, antes de subir a tocar algunos no pudieron evitar salir del escenario por un costadito para pispear el video de Chicos en la pantalla gigante, pero algunos nos quedamos mirándolo de refilón tras bambalinas. Entonces Huevo tiró una arenga muy breve pero profunda, según recuerdo: "Voy a decirles una frase de Oscar Wilde: él no decía que el arte debía ser popular sino que el pueblo tenía que vincularse con el arte" o algo así. Naki tiró esa palabra que nunca conviene olvidar antes de pisar el escenario: "Música". Y arrancó Big Ben; por suerte, los rebotes que me habían roto los huevos durante la prueba de sonido ya no existían.Un par de saltos en "Casita" y "Vamos a la Marcha" me hicieron admitir que todavía tengo un largo camino por recorrer en esa quimera de bajar la buzarda. No sé si alguien habrá notado, arriba o abajo del tablón, que me quedé súbitamente sin aire. Tampoco sé si se habrá notado mis esfuerzos por disimularlo. Cinco temas después recuperé el aire, pero todavía quedaba más para gastar.
El el enganche entre "Tres Tiros" y "Nolvides" salió bien, parejito, y el show iba tomando forma. "Los Tortolitos" funcionó como siempre, como un descanso, y después "El Niño Bomba" cumplió con su misión de emocionarnos un poquito; algo de eso parecía llegar también de vuelta desde las butacas. Entonces sí, otro momento para disfrutar o morir:
las gaitas se acomodaron en la parte delantera del escenario y arrancamos con "Te conozco de algún lau". Lo más lindo para mí, fue que pude bajarme del escenario para poder ver a la banda en vivo aunque sea al final del tema.
Gaiteros y gaiteras se quedaron para reestrenar una versión de "Un millón de dólares", el tema de Coki que habíamos hecho acústico en el CEC y que ahora venía mucho más eléctrico. Un gusto que nos dimos, como volver a tocar "Otro gordo se fue" o la versión punkita de "Hey Jude". Todo anduvo tan bien que hasta metimos un tema que últimamente tenemos medio congeladito: "Padre de todos los Sanguches".
Por como viene la cosa, parece que fue el último show del Coela en un 2008 que vino raro para todos, con sus bemoles para cada uno. Como no podía ser de otra manera, lo más positivo del saldo es la inevitable pasión seguir haciendo música, una bendición que a veces juega a las escondidas con uno para que no se le pierda el respeto y el amor.
(Gracias a Lucy y Cucu por las fotos!) Próximamente algún videíto del show
