16 mayo 2009

Los bises y otros ritos

McNamara - viernes 8 de mayo de 2009
(Crónica del Polaco)

"Y bueno, miremos el lado positivo. Salió muy redondo el show", djo Huevo al subir al camarín. Afuera ya sonaba la música de McNamara al palo y la banda se estaba empezando a cambiar con cara de haberse quedado con las ganas. Resulta que teníamos reservados cuatro temas para hacer como bises y queríamos seguir tocando.

Minutos más tarde hubiéramos querido seguir tocando. Y más minutos más tarde pensábamos que queríamos haber seguido tocando pero ya no importaba tanto. Días después, está bueno haberse quedado con ganas de seguir tocando.

Los bises son todo un tema a la hora de planear un concierto de rock. Como toda costumbre cultural, en los bises hay un rito de confirmación, devolución y despedida también. Como si la despedida previa a los bises fuera de mentirita y como si la confirmación fuera sólo para los últimos temas, en el fondo los bises son de esas boludeces en las cuales nadie cree pero nadie puede dejar de observar. Como tantos ritos, en esta época de los shows rituales en la que todo parece estar preguionado de antemano como las bodas y los bautismos, los programas de chimentos, los discursos presidenciales con barra y bombo y los discursos opositores a través de periodistas que hacen preguntas maquiavélicas.

Como tal vez pase en otras bandas, los bises son todo un tema a la hora de planear un concierto de El Regreso del Coelacanto. Un tema al que a veces no le damos cinco de pelota, pero siempre queda picando. Hay cosas que siempre juramos no hacer, como salir a hacer bises sin que haya un muy explícito pedido al respecto. Claro que ese muy explícito pedido al respecto muchas veces no pasa de un tibio aplauso que se conecta con las ganas de seguir tocando y ahí vamos, a toparnos con una audiencia que no está presumiblemente en llamas, cosa que comprobamos al acercarnos al microfóno a agradecer la supuesta invitación a continuar con un par de temas más. Sin embargo, ese regreso un tanto forzado suele dar sorpresas que se traducen en buenos momentos extra que a todos dejan más que conformes. Otras veces el muy explícito pedido es un tanto más bullanguero y eso permite a la banda volver con otro ímpetu y felicidad, que no siempre se termina traduciendo en buenos momentos extra.
Como sucede generalmente con los ritos, a veces no les damos bola a los distintos momentos de disfrute que presentan las cosas que vivimos. Como si la pauta fuera dedicarle un tiempo a cada cosa, como si todo estuviera previvido de antemano y los momentos no son más que repeticiones de algo que ya sabemos y estamos esperando para actuar en consecuencia. Como si todo estuviera determinado de la misma forma en la que los postres vienen después de los ravioles.
Cuando algo no sale como uno lo tenía planificado, imaginado o idealizado, se tiende a sentir un vacío que suele omitir, nada más ni nada menos, que lo que pasó. Y así como es tan fácil achacarse un fracaso cuando algo sale peor que lo imaginado, es difícil pensar en que las cosas puedan salir mejor cuando resultan, sencillamente, distintas. Cuestiones que tienen que ver con nuestra sociedad preguionada.

Entonces, de pronto, miramos el lado positivo. Un show variado en su contenido, con muchos colores melódicos, muchas intenciones rítmicas y una idea estética que apunta a la amplitud de posibilidades de decir lo mismo. Tratamos de empezar bien arriba, a pesar de quienes estaban cenando con cuchillo, tenedor y vino, con temas viejos que desde la incorporación de Bruno en la bata son un poco nuevos para todos.

Y después la sorpresa. Esta vez las gaitas asturianas tienen varios nombres y uno es las Gaiteras Amazonas de San Virulais. Una banda de formación mutante, esta vez estuvieron Víctor, Paula y Euge, mientras el Colo llegaba tarde con aviso. Además, se sumaron un bombo y un redoblante y así hicieron, solos, un tema tradicional. Después se incorporó el Coela para hacer una versión de otro tema tradicional asturiano, La Danza del Oso, primero en plan folk y luego heavy-progresivo-barilari. Y los temas que ya veníamos haciendo, Te Conozco y Un Millón de Dólares, de Coki, salieron mucho más afianzados.

El show podría terminar ahí, con la versión de la famosa Escocia la Brava que se vuelve tarantela-ska-punk-cualquiercosa, pero después vino Crua Chan. El celtaje le iba a dar paso a cuatro temas más, pero alguien en McNamara largó la música y no dio para que hiciéramos los famosos y supuestamente indispensables bises. Con tranquilidad, al final nos dimos cuenta de que eso no estuvo para nada mal. Pasaron muchísimas cosas en un show redondo y de eso dan cuenta las fotos del Búfalo que complementan esta crónica.


13 mayo 2009

El Coela en McNamara

Ver fotos y nota en www.giosoma.com.ar o en la seccion Notas de este sitio. Hay fotos y videos. Y también colgamos más versiones de temas con gaitas en el canal del Coela en Youtbe
Próximamente, una crónica del polaco con imperdibles fotos del amigo Búfalo...